Presentación del editor
Los navegantes es una de esas grandes rarezas que aparecen de vez en cuando en el panorama literario del género fantástico en español.
Rareza porque, aunque su autor la define como fantasía épica, se aleja por completo de los tópicos del género. Es fantasía, sí, pero está más cercana a Borges que a Tolkien. Es fantasía, sí, pero es más realista, cercana y humana que muchas novelas realistas contemporáneas. Es fantasía, sí, pero expone un mundo tan real que casi podemos tocarlo. Y lo que es más importante, podemos sentir ese mundo tan cercano como el nuestro.
En Los navegantes asistimos a un enfrentamiento tan antiguo como el mundo. El bien contra el mal, tan sólo que en esta novela no hay buenos ni malos. Hay gente noble y gente deleznable. Hay villanos, pero casi no hay héroes, y por eso el lector es capaz de identificarse con ellos. Porque son imperfectos. Todos nos vemos reflejados en esos personajes sombríos, taciturnos, arrancados de su mundo y de su vida por fuerzas que no pueden controlar. Incluso los reyes y generales viven inmersos en un mundo de dudas, de objetivos no alcanzados, de miedos, de frustraciones y traumas. Como cualquiera de nosotros. Como cualquiera del resto de personajes. Quien espere encontrar en Los navegantes épicas batallas narradas de forma brillante, las encontrará. Quien espere encontrar una historia, sobre personajes que se superan a sí mismos y a las circunstancias, la encontrará.
Quien espere amor, amistad, compañerismo, y esperanza, también las encontrará.
Quien espere descubrir una de las mejores novelas de los últimos años, también lo encontrará.
Una vez empezada la lectura del manuscrito que José Miguel me envió, dejé aparte cualquier consideración comercial, y simplemente disfruté una página tras otra de una obra que pese a su longitud, me absorbió tanto que la terminé solamente en dos días, en los que no hice otra cosa que sumergirme en sus páginas y sus personajes. Estoy convencido que Los navegantes no defraudará a ningún lector.
Raúl Gonzálvez, editor
Rareza porque, aunque su autor la define como fantasía épica, se aleja por completo de los tópicos del género. Es fantasía, sí, pero está más cercana a Borges que a Tolkien. Es fantasía, sí, pero es más realista, cercana y humana que muchas novelas realistas contemporáneas. Es fantasía, sí, pero expone un mundo tan real que casi podemos tocarlo. Y lo que es más importante, podemos sentir ese mundo tan cercano como el nuestro.
En Los navegantes asistimos a un enfrentamiento tan antiguo como el mundo. El bien contra el mal, tan sólo que en esta novela no hay buenos ni malos. Hay gente noble y gente deleznable. Hay villanos, pero casi no hay héroes, y por eso el lector es capaz de identificarse con ellos. Porque son imperfectos. Todos nos vemos reflejados en esos personajes sombríos, taciturnos, arrancados de su mundo y de su vida por fuerzas que no pueden controlar. Incluso los reyes y generales viven inmersos en un mundo de dudas, de objetivos no alcanzados, de miedos, de frustraciones y traumas. Como cualquiera de nosotros. Como cualquiera del resto de personajes. Quien espere encontrar en Los navegantes épicas batallas narradas de forma brillante, las encontrará. Quien espere encontrar una historia, sobre personajes que se superan a sí mismos y a las circunstancias, la encontrará.
Quien espere amor, amistad, compañerismo, y esperanza, también las encontrará.
Quien espere descubrir una de las mejores novelas de los últimos años, también lo encontrará.
Una vez empezada la lectura del manuscrito que José Miguel me envió, dejé aparte cualquier consideración comercial, y simplemente disfruté una página tras otra de una obra que pese a su longitud, me absorbió tanto que la terminé solamente en dos días, en los que no hice otra cosa que sumergirme en sus páginas y sus personajes. Estoy convencido que Los navegantes no defraudará a ningún lector.
Raúl Gonzálvez, editor
